La iconografía que aquí vemos guarda estrecha relación con un modelo de gran desarrollo en la representación escultórica del santo desde el siglo XVII, pese a no ser infrecuente verla en pintura. Sujeta este con su mano derecha el símbolo parlante de su martirio: el cuchillo con el que fue desollado vivo. En su mano izquierda las sagradas escrituras y una cadena que se prolonga hasta perderse por la parte inferior de la obra y que iría a encontrarse con un grillete aferrado al cuello de Astaroth, demonio del que únicamente podemos ver la cola asomando por el ángulo inferior izquierdo. Astaroth, ángel corrupto castigado por Dios al revelarse contra su poder, fue según la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine vencido por San Bartolomé durante la predicación del apostol en Armenia.

La obra podría haber formado parte de un apostolado, conjuntos de trece pinturas (de los doce apóstoles y Cristo, en el centro), que tan en boga estuvieron durante el siglo XVII y tras el Concilio de Trento. Conocemos apostolados del Greco, Velázquez, Rubens, Ribera, o Salmerón conservados en el Prado.