El cuadro es un producto refinado de la pintura boloñesa del siglo XVII. La escena muestra el arrepentimiento de San Pedro, tema que gozó de gran popularidad en la época de la Contrarreforma. El Santo, presentado de medio cuerpo, tiene las manos juntas en actitud de conversación íntima y dirige su mirada al cielo mientras unas lágrimas mojan sus mejillas. Una espesa barba blanca enmarca el rostro del Santo, mientras que su boca entreabierta y sus rizos despeinados hacen más viva la imagen. La luz, procedente de la izquierda, ilumina el rostro del santo, que también destaca por el tono ocre de su manto. La intensidad del rostro del santo y la poderosa dosificación del claroscuro revelan el trabajo de un pintor de gran calibre, buen conocedor de los ensayos de Guido Reni sobre el tema. El tema del San Pedro lloroso, en las dos primeras décadas del siglo, es abordado con frecuencia por los artistas de la escuela de Carracci. La entonación intimista y patética de la obra la acerca al estilo de Aureliano Milani: artista boloñés de alto nivel que, en la elección de colores cálidos y en la fuerza expresiva de las figuras, renueva la fuerza de la pintura de los Carracci, especialmente de Ludovico. Estilísticamente, la figura no parece muy alejada de las de San Lucas y San Pellegrino de la Basílica dei Servi de Bolonia, pintadas antes de su marcha a Roma en 1719.